viernes, 27 de noviembre de 2009

Cantando bajo la ducha

Acoj...adito estoy por las mañanas mientras me ducho. Hasta ahora gustaba de maltratar canciones con mi pobre registro de león marino afónico, mientras masajeaba mi generoso físico bajo la incesante lluvia de agüita caliente.
Desde hace unos días decidí seguir entonando coplas con la ventana del baño cerrada.
Pero ayer tomé la determinación de dejar de ejercer de tenor en la bañera.
Y todo eso por miedo a que una "sociedad general de no se qué" (nótese que no empleo mayúsculas, pues considero a éstas una especie de símbolo de respeto y distinción que ni todos ni todo se merecen) pudiese captar mis agradables tonos musicales y me obligase a abonar una canon haciendo valer una especie de patente de corso.
Ahora tarareo (pero muy bajito, por si acaso algún vecino...).

miércoles, 16 de septiembre de 2009

AYER Y HOY

Hace ya unos cuantos años que el que suscribe pudo disfrutar de un sistema educativo que, a pesar de sus muchas carencias, opino que resultaba eficaz y casi eficiente.
Recuerdo que en las aulas por donde transcurrió mi educación básica, compartíamos penas y glorias más de una treintena de compañeros y amigos a los que nos supieron hacer entender (en casa y en la escuela) que toda organización debe estar sustentada en una determinada jerarquía, donde existen unas normas que todos deben cumplir. No recuerdo haber recibido ni un solo cachete a lo largo de esos años. Recuerdo padres y profesores ocupando sus complicados puestos en el esquema educacional. Siempre dialogantes y razonables. No recuerdo a mis padres recriminando a mis profesores después de haber escuchado única y exclusivamente mi versión a cerca de determinados hechos. No recuerdo a mis padres, ni a los padres de mis compañeros, justificando nuestras actuaciones utilizando como bandera una muy mal entendida libertad.
A pesar de las muchas carencias de nuestro sistema, ninguno de nosotros sacó la preocupante conclusión de que todo es tolerable. Ninguno de nosotros pegó jamás a un profesor (salvo alguna deshonrosa excepción que me costaría un poco recordar).
No caeré en el tópico de decir que éramos diferentes, mejores. Diferentes son los tiempos que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros. No voy a culpar a las nuevas generaciones de determinados comportamientos y formas de pensar, pues éstos son la consecuencia de la evolución social. Creo que la culpa debe recaer sobre el sistema en su totalidad. Nos estamos equivocando.
Aludiendo al actual sistema educativo, y por lo que conozco en lo referente a su funcionamiento, sí que puedo sacar alguna conclusión. Opino que este sistema enseña a los niños que el esfuerzo para obtener determinados resultados es algo facultativo. No me viene a la memoria que ninguno de mis amigos consiguiese superar un curso con una cantidad escandalosa de asignaturas pendientes. Esto, traducido al mundo real de los adultos, nos va a garantizar generaciones y generaciones de personas que considerarán inopinable el derecho a ganarse la vida sin mover una sola pestaña.

viernes, 4 de septiembre de 2009

LA NUEVA ERA

Siempre hemos dividido la historia de la humanidad en diferentes eras o etapas perfectamente definidas por hechos que han provocado un salto cualitativo de las unas a las otras. Así podemos hablar de la Edad de Piedra, de la Era del Bronce, etc.
Sin duda, una de las últimas eras, etapas o edades, es la de la información, pues es este concepto el que cobra una importancia primordial en el desarrollo de nuestra sociedad. Sin embargo, desde mi punto de vista, existe un factor en nuestros tiempos que define y definirá en el futuro, las características de nuestro organigrama social: LA MENTIRA.
Creo firmemente que, sin lugar a ninguna duda, nos encontramos sumidos en la era de la mentira.
La mentira ha sido a lo largo de la historia una de las herramientas más poderosas para que aquellos que carecen de otra clase de recursos puedan conseguir sus objetivos. Pero lo preocupante en la actualidad es el nivel de sofisticación y generalización que ésta ha adquirido.

Me gustaría saber, por ejemplo, por qué el efecto contaminante de las bolsas de plástico no depende de su composición, sino de quién las paga.

También ardo en deseos de saber cuál es el motivo para que en un plazo tan corto de tiempo, las autoridades sanitarias elevasen el nivel de alerta por la tan renombrada "gripe A" a su máxima expresión, cuando por otro lado nos dicen que su virulencia e índice de mortalidad es incluso inferior al de la gripe estacional.

Nunca entendí cómo las mismas autoridades sanitarias se convierten en cómplices de la venta de veneno en los estancos (yo fui fumador durante unos cuantos años), al tiempo que advierten sobre su importante potencial letal (no sé si tendrá algo que ver con los suculentos ingresos que este producto proporciona).

Si nos introducimos en el mundo de la política y, más concretamente, en ese circo en el que se han convertido las campañas electorales, podemos llegar fácilmente a la conclusión de que, de una forma cínica e irresponsable se están riendo de una forma descaradamente insultante de aquellos que aún seguimos creyendo en los sistemas democráticos.