viernes, 4 de septiembre de 2009

LA NUEVA ERA

Siempre hemos dividido la historia de la humanidad en diferentes eras o etapas perfectamente definidas por hechos que han provocado un salto cualitativo de las unas a las otras. Así podemos hablar de la Edad de Piedra, de la Era del Bronce, etc.
Sin duda, una de las últimas eras, etapas o edades, es la de la información, pues es este concepto el que cobra una importancia primordial en el desarrollo de nuestra sociedad. Sin embargo, desde mi punto de vista, existe un factor en nuestros tiempos que define y definirá en el futuro, las características de nuestro organigrama social: LA MENTIRA.
Creo firmemente que, sin lugar a ninguna duda, nos encontramos sumidos en la era de la mentira.
La mentira ha sido a lo largo de la historia una de las herramientas más poderosas para que aquellos que carecen de otra clase de recursos puedan conseguir sus objetivos. Pero lo preocupante en la actualidad es el nivel de sofisticación y generalización que ésta ha adquirido.

Me gustaría saber, por ejemplo, por qué el efecto contaminante de las bolsas de plástico no depende de su composición, sino de quién las paga.

También ardo en deseos de saber cuál es el motivo para que en un plazo tan corto de tiempo, las autoridades sanitarias elevasen el nivel de alerta por la tan renombrada "gripe A" a su máxima expresión, cuando por otro lado nos dicen que su virulencia e índice de mortalidad es incluso inferior al de la gripe estacional.

Nunca entendí cómo las mismas autoridades sanitarias se convierten en cómplices de la venta de veneno en los estancos (yo fui fumador durante unos cuantos años), al tiempo que advierten sobre su importante potencial letal (no sé si tendrá algo que ver con los suculentos ingresos que este producto proporciona).

Si nos introducimos en el mundo de la política y, más concretamente, en ese circo en el que se han convertido las campañas electorales, podemos llegar fácilmente a la conclusión de que, de una forma cínica e irresponsable se están riendo de una forma descaradamente insultante de aquellos que aún seguimos creyendo en los sistemas democráticos.

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